ARTE TENDIDO
He tenido la suerte de encontrar un curioso y atractivo
ensayo, La liebre con ojos de ámbar (Edmund de Waal). Leo en este delicioso libro: “los impresionistas
aprendieron a cortar la vida en vistazos e interjecciones. En vez de vistas
formales, hay un cable de funambulista diseccionando el cuadro, las nucas de
dos mujeres en una sombrerería… Edmond Duranty, cuyo retrato por Degas colgaba
en el estudio de Charles, lo comprendió enseguida: La persona nunca ocupa el centro de la tela, el centro del escenario”
Desde que la fotografía robó esos vistazos a la pintura, es
la persona, el mismo autor, quien parece ocupar el centro de la inspiración,
desarrollo y resultado de la obra. Esto pienso mientras paseo la mirada entre
los hilos con arte tendido, inundado de la luz que entra en avalancha a la sala,
con tanta intensidad como las
impresiones de once pintores no impresionistas.
El agradecido, sencillo y versátil papel se deja hacer, y
sólo revela sus secretos a la atenta, insistente y paciente observación, que se resuelve quizás en unos escuetos gestos y pinceladas, que acaban siendo el lenguaje de cada uno de
ellos.
Arte Papel es una exposición que requiere una mirada y oído
atentos. Les invito a poner nombre a las voces de este grupo…
Hay
un grito amarillo en turbulentos paisajes desgarrados.
Paisajes
serenos se mueven a ritmo de tranquila música interior.
Música
de rock chorreando gris y rojo.
Gris y azul es el profundo silencio de
piedra.
Silencio que inunda el horizonte transparente.
Horizonte
risueño que juega a confundir los límites.
Confusión de sentimientos en
oscuros jeroglíficos.
Oscuridad
de cielo negro y oro.
Negras
pupilas anhelantes y sagaces.
Anhelo
alegre y antiguo de cielo y mar.
Cielo
ausente
Lucía Sánchez-Puerta (“instalaciones verbales”)
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