Doble
interpretación: una exposición donde reposar
heridas.
Pasaban por la autopista, pasaban. ¿A
dónde?
En el interior se había hecho el
silencio sonoro de la música.
Pasaban por la autopista, pasaban.
La autopista lineal empuja a la locura
del ir y venir. ¿A dónde?
Otros permanecíamos al abrigo de las
prisas, al calor de la música, de la pintura, del papel.
Pasaban los coches, pasaban. ¿Sabían
dónde iban?
No escuchaban el mensaje de las nubes
que ocultaban el paisaje de la sierra, cerrando el mundo de la velocidad,
reduciendo el horizonte a lo íntimo.
Desde aquel refugio las entendíamos y
secundábamos sus sabios consejos., Deteníamos el ritmo fabril y dejábamos que
nuestros corazones vibrasen al eco de cuerdas de guitarra y aires de flauta,
retumbando en el silencio de un espacio industrial que enmudece los sábados y
se convierte en espacio del arte, en papel donde se plasman belleza y verdad.
No existían autopistas. Una porción
del universo se concentraba embelesado por los sonidos, mientras volaban sobre
nuestras cabezas pinceladas de tierra y de cielo, paisajes humanizados por el
alma de diez artistas: Constanza L. Schlichting, Gilmartín, Isabel Fuster,
Isabel Gutierrez, J. Gómez de San Juan, Juana García, Maite Unzurrunzaga, Marta
García, Miguel Campos, Rafael Recuero. Diez ojos, diez pinceles reunidos bajo
la batuta de Inmaculada Cuesta en Doble interpretación, una exposición
que rompe la línea obligada de la autopista: la de las prisas, la de las
rutinas, la de la reiterada cacareada crisi, la de la pereza del ser humano que
no se detiene a escuchar a las nubes cuando les invita a mirar a lugares donde
reposar sus heridas.
María Merino. Pofesora de Comunicación (Universidad de Valladolid)
Precioso el escrito. Felicidades.
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